Los rituales a la Madre Tierra y la caña con ruda: una sana costumbre para arrancar agosto
Cada 1ro de agosto, hay que recuperar y mantener esta tradición, revalorizando el contenido que tiene y «agradecer a la Pachamama por todo lo que nos brinda».
¿Qué debemos hacer?
La Pachamama recibe en este mes nuestro agradecimiento, «la Tierra está necesitando en este tiempo que la realimentemos y lo que se debe hacer es agradecer, no pedir» recuerda la promotora cultural.
Por eso desde el 31 a la noche cuando se comienza la vigilia, uno en la medida de lo posible debe comenzar con el ritual: «Hay que sentarse frente a la tierra (maceta, pozo en el jardín, en un cantero) le pido permiso para alimentarla y le doy de comer: un fruto vivo (gajos, semillas, frutos), uno seco (algo que no va a echar un nuevo ciclo de vida, harina, yerba, café, especias) y un cobijo (para que no me falte con que guardar el cuerpo, como abrigarme o un techo, por ejemplo un hilo, trapo o lana). Cierro la panza de eso y le digo «Gracias tierra», nada más. Después le doy de beber (agua, leche o algo de alcohol especialmente su caña) y espero que vuelva la primavera. Cierro y si puedo hago un sahumeadito, pero esto no es imprescindible».
¿Lo acompaño con caña con ruda?
El hecho de tomar caña, nace relacionado a la pacha y se puede tomar antes o durante todo agosto. «No se debe brindar, porque estoy agradeciendo que estuve a bien durante todo el año» recomienda Georgina.
Las cábalas aseguran que se debe tomar algunos sorbos en ayunas, algunos dicen uno, otros tres y otros siete pero esto solo es debido a lo fuerte que es el trago, ya que su sentido es más profundo y debe ser tomado como tal.
Este rito se basa tambien en pensar en el otro «¿cuánto sobra? pregunto en general, porque es algo que se debe compartir para que vuelva lo bueno. Cuanto más me reservo, menos viene».
Un poco de historia
La veneración a la Pachamama es quizás la más antigua de la región andina sudamericana, hasta el punto que algunos autores la consideran anterior al culto a Inti, Dios Sol de los Incas.
En Salta y Jujuy, la celebración tiene tanta importancia como las fiestas conmemorativas de la Virgen María, a la que también se le ofrecen «apachetas»; la única diferencia es que a la procesión de la Virgen la preside un cura y a la de la Pachamama, un chamán.
«En tiempos de los incas el centro divino cambió trasladándose al Sol, y el culto a la Pachamama fue oscurecido y desplazado», rememora Huaman Luis Alberto Reyes, en sus escritos doctorales sobre religiones indígenas americanas.
Pero, el culto a la Pachamama sobrevivió, porque «la dualidad inca permitía -dice- que lo alto y masculino tuviera su contraparte baja y femenina»; y además, porque «el culto oficial del Sol tenía un sentido elitista: correspondía propiamente a los hijos de Inti, no a los simples hombres del pueblo».
Con la conquista española, Inti fue reemplazado por el Dios cristiano y con el tiempo se extinguió; pero a falta de otra diosa femenina, el culto a la Pachamama, en cambio, adquirió fuerza.
Las comunidades indígenas del noroeste argentino, Chile, Bolivia y Perú le rinden culto a la Pachamama durante un mes. Para los atacameños de la Puna chilena, el Día de la Pachamama es también su Año Nuevo: ese día comienza la Primavera, que para el calendario oficial nacerá recién en septiembre.
Según una leyenda, la diosa habita en el macizo del Nevado de Cachi (Salta) a 6.380 metros sobre el nivel del mar, en una de cuyas ocho cumbres habría un lago y una isla, donde un toro de astas doradas la custodia y emite nubes de tormenta al bramar.
Se la identifica con la Tierra, pero Pacha, en kolla, significa «tiempo». Rigoberto Paredes, estudioso de la tradición indígena, dice que «el mito debió referirse primitivamente al tiempo, vinculado en alguna forma con la Tierra: el tiempo que cura los dolores, el tiempo que distribuye las estaciones».
Las diversas lenguas indígenas habrían simplificado luego esta matriz y convertido a la Madre Tiempo en Madre Tierra.
